martes, 5 de agosto de 2008

TEMA REUNION 20 DE JULIO DEL 2008, REENCANTARNOS EN NUESTRA RELACION DE PAREJAS

EN el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

ORACIÓN

Haz, Señor, que en nuestra casa, cuando se hable,

siempre nos miremos a los ojos y busquemos crecer juntos;

que nadie esté solo, ni en la indeferencia o el aburrimiento;

que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados,

que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido.

Señor, que en nuestra casa sea importante el trabajo,

pero no más importante que la alegría;

que la comida sea el momento de alegría y de conversación;

que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo;

que la riqueza mayor sea estar juntos.

Señor, que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención;

que el más pequeño y el más viejo sean los más queridos;

que el mañana no nos de miedo, porque Dios Siempre está cerca;

que cada gesto esté lleno de significado;

que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece y tu amor nos da.

Señor, que nuestra casa sea el lugar de acogida,

como la casa de Marta, María y Lázaro en Betania.

Amén

Pongamos más diversión a nuestro matrimonio

“Las parejas que saben cómo jugar y divertirse juntos desarrollan un lazo que les puede ayudar a sobrellevar los momentos más difíciles”.

El Rey Salomón, el hombre más sabio, conocía el valor de la diversión. En Eclesiastés, él aconsejó: “Disfruten la vida con su esposa…” Similarmente, las parejas de hoy en día debemos tomarnos tiempo para gozarnos y reencantarnos uno del otro.

Aquí algunas sugerencias para mezclar más diversión en nuestra relación:

Tomemos un tiempo para divertirnos

Con horarios agitados que tienen las familias de hoy, debemos recordar organizar un tiempo para divertirnos. Declaremos una noche a la semana como “noche de citas” o tomemos tiempo en un fin de semana para relajarnos con nuestro cónyuge. Marquémoslo en el calendario, protejamos ese espacio. Si esperamos a que sea un momento especial o conveniente, tal vez tengamos que esperar mucho tiempo.

Utilicemos variedad para sazonar las cosas

“Cuando la gente envejece y han estado casados por mucho tiempo, se vuelven aburridos. No es por gusto, pero no han buscado de manera intencional algo qué hacer para divertirse”. Para evitar el aburrimiento en nuestra relación, intentemos algo nuevo en pareja. Probar algo nuevo puede ser una aventura que nos unirá más como pareja. Tal vez descubramos una actividad divertida que nunca pensamos que nos gustaría.

Pasemos tiempo con otras parejas

Si encontramos otra pareja con quien ambos podamos congeniar, podemos salir juntos. Al hacer esto, apoyamos y motivamos el matrimonio. Uno de los mejores lugares para encontrar parejas con quien compartir es en nuestra propia iglesia. Puede ser incómodo ser los primeros en iniciar la relación, pero no tiene que ser difícil. Invitemos a la pareja que nos acompañe una noche para cenar o ver una película.

Incluyamos a los niños (a veces)

Divertirse puede ser también algo en familia. Muchas parejas creen que solo porque tienen niños, no pueden salir y disfrutar como cuando se casaron. Lleve a los niños al parque o a un día de campo. Podemos organizar una noche de juegos o ver una película. “Usamos a los hijos como excusa muchas veces, pero si somos creativos hay mucho que se puede hacer”.

Hagamos juntos los quehaceres

Incluso, las tareas domésticas o del jardín pueden ser más divertidas si las hacemos en pareja. Ya sea preparar la cena o lavar platos, trabajar con nuestro cónyuge hace que los quehaceres sean menos tediosos. “Pueden conversar al trabajar y divertirse. La tarea se termina más rápidamente y no es tan aburrido”. Trabajar juntos también ayuda a que la pareja resista el resentimiento que a veces ocurre si uno siente que hace más trabajo doméstico que el otro.

La diversión no tiene que ser costosa

Muchas parejas piensan que no pueden financiar la diversión, pero no hay que gastar mucho dinero para pasar juntos un buen rato. Cualquier cosa puede ser divertida. Una de las cosas más sencillas es alquilar una película, hacer palomitas en casa y acurrucarse juntos en el sofá.

Entonces podemos REENCANTAR cada semana

"Una vez invitas tú ... otra vez invito yo ..."

Mantener "joven" el amor de pareja (pololos eternos) es el secreto de todo matrimonio feliz.

Reencantar nuestra vida matrimonial es una necesidad vital, para que no nos absorba el ritmo vertiginoso del tiempo actual.

Mirar nuestras actividades diarias con novedad y entusiasmo renovado. Descubrir en ellas un nuevo medio para dar alegría y esperanza.

Dejarnos tiempo una vez a la semana para hacer "lo que a ti te guste" (como era antes cuando estábamos de novios).

Determinar día y hora reservados para encontrarnos solo los dos.

Cada matrimonio debe descubrir qué es lo que más los ayuda a reencantar el amor: una caminata en la tarde; una salida a comer o bailar; compartir una lectura que nos llegó hondo; hacer deportes juntos - bicicleta, tenis ...; ir al cine o exposición de arte; una conversación en ambiente cálido; reir, cantar, tener sentido del humor y saber gozar juntos; hogar acogedor, alegre y luminoso que invite a estar ahí.

Hagámonos una invitación, una invitación de corazón. Invita a tu cónyuge pensando en tu cónyuge, en lo que a ella o a él le gustaría, invítalo a ser feliz.

¡Qué empiece la diversión! Cualquiera que sea la actividad que se escoja, recordemos que el objetivo principal es divertirnos. Resistamos la tentación de llenar el tiempo con conversaciones de trabajo, facturas o pendientes. Utilicemos el momento para gozar con nuestro cónyuge.

Recordemos que este tiempo es tan importante como cualquier otra cosa que hagamos para nuestra familia. Empecemos hoy y juguemos para tener un matrimonio más sano y feliz.

Palabras que reconfortan

Si para recobrar lo recobrado,

tuve que haber perdido lo perdido. Si para conseguir lo conseguido,

tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado,

fue menester haber estado herido,

tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido

que no se goza bien de lo gozado,

sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprobado

que lo que tiene el árbol de florido

vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernárdez (1900 -1978)

También tomemos un tiempo para REZAR cada día

"Los esposos que rezan unidos, permanecen unidos"

Por el sacramento del matrimonio, la familia es una "pequeña Iglesia"; por ello rezar como esposos en el hogar es una tarea a realizar cada día, para:

estar con Dios

entregarle el día

invitarlo a caminar con nosotros

aceptar Su voluntad

recibir Su bendición

pedir por los demás.

martes, 24 de junio de 2008

Marguerite Barankitse, la “Loca de Burundi

imageMarguerite Barankitse, la “Loca de Burundi”
Ima Sanchíz
Publicado en Revista Futuros No. 16, 2006 Vol. IV
http://www.revistafuturos.info
Tengo 50 años. Nací tutsi en una aldea de Burundi. No estoy
casada, alimento, cuido, educo y hago de mamá de 10.000
niños. Tengo 16 nietos. Vivimos en unas casitas que construí
en el terreno que heredé. Mi proyecto se llama Casa Shalom.
Mis colegas, médicos, abogados..., son hijos míos que han
vuelto de estudiar en Europa


IMA SANCHÍS: ¿Cómo empezó todo?


MARGUERITE BARANKITSE: Antes de que estallara el conflicto entre hutus y tutsis yo ya había adoptado siete niños, cuatro hutus y tres tutsis.
IS: Uff.

MB: Cuando estalló la guerra civil en Burundi nadie quería saber nada de mí, ni siquiera mi familia. Me refugie en el obispado.


IS: ¿Y a cuánta gente recogió por el camino?


MB: A 72 personas, entre ellos 20 intelectuales hutus que no querían participar en las matanzas. Los hutus asesinaron a 60 personas de mi familia, obviamente tutsis.

IS: Empezaron los hutus y se vengaron los tutsis.


MB: A los pocos días, estaba preparando la comida para toda aquella gente cuando vi acercarse un grupo de tutsis, entre ellos algún familiar, así que pensé que no nos harían daño. Pero entraron, me llamaron traidora, me pegaron, me ataron y los mataron uno a uno delante de mí. Cada vez que mataban a uno me agredían, estoy llena de cicatrices.


IS: ¿Y los niños?


MB: Yo tenía 11.000 dólares y le dije a uno de los asaltantes que se los daba si salvaba a 25 niños. Pero entre ellos no estaban mis hijos, y tampoco entre los cadáveres. Estaba perdida, mis propios familiares habían matado a mi gente más querida, les rogué que también me mataran a mí, pero nadie quiso hacerlo. Entonces me fui a la capilla y me puse a gritarle a Dios y a reclamarle a mis hijos.


IS: Qué horror, lo siento.


MB: Pero de repente oí una vocecita: "Mami, mami". Fue como un milagro. Se habían escondido debajo de la sacristía. Enterré los cadáveres, recogí a los 25 niños y huimos.


IS: ¿Lejos del país?


MB: No. Yo tenía el remedio para el futuro: niños hutus y tutsis que se querían y protegían unos a otros. Nos instalamos en casa de unos cooperantes alemanes que habían huido.
Si en la zona de los grandes lagos nos ayudamos todos, no tendremos que ir detrás del dinero de los belgas. Hay que darse cuenta de que el amor es muy creativo.


IS: ¿Y cómo pasó de 32 niños a 10.000?


MB: Empezaron a llegar huérfanos, niños soldados y niños mutilados que nadie quería. En las 40 hectáreas que heredé de mi familia construí casitas para ellos.
Yo no tengo orfanatos, tengo hogares y ellos son mis hijos. Los envío a estudiar al extranjero y luego vuelven y me ayudan. Son médicos, psicólogos, abogados, economistas...


IS: ¿Cómo los alimentaba?


MB: Periodistas alemanes y belgas comenzaron a hacer reportajes sobre la loca de Burundi, que es como me llaman en mi país, y los europeos que había conocido de la universidad me enviaron dinero. Luego vino el dinero de los premios y la cooperación.


IS: ¿No volvió a sentirse amenazada?


MB: Me amenazan todos los días porque hago declaraciones que molestan mucho. Hasta la Iglesia me considera non grata porque les pregunto: "¿Cómo pueden dejar morir a la gente? Ustedes deberían dar su vida por ellos, su silencio es cómplice". Es un milagro que aún esté viva. Le contaré una bonita historia.


IS: Bien.


MB: Uno de los hombres que vino a matarme hoy es mi chofer. Mientras él me apuntaba con la pistola le dije: "Eres demasiado guapo para ser un criminal. Ven y yo te enseño otro oficio que no sea el de matar, porque los que te han enviado tienen a sus hijos estudiando en Nueva York". Fue mi primer alumno del taller mecánico que creé para que los niños soldados aprendieran un oficio.

IS: No entiendo por qué no la mataron.


MB: Es un milagro. En otra ocasión detuvieron el autobús en el que viajaba. Nos tumbaron en el suelo y comenzaron a matarnos uno a uno. Cuando llegaron a mí, les dije: "He olvidado hacer testamento, acompáñenme y así le daré el dinero a alguien".


IS: La acompañaron, claro.


MB: Sí, y aproveché para preguntar a aquellos 4 jóvenes por qué se habían convertido en asesinos. En casa les di de comer y les pedí que me permitieran despedirme de mis hijos. Cuando vieron aquel enjambre de niños felices decidieron quedarse con nosotros. Nada resiste al amor, creo que ése es el secreto.


IS: Parece un cuento de hadas.


MB: Cuando me encuentro con alguien no puede evitar verlo como mi hermano, no puedo evitar querer a los demás. Cuando enterré a aquellas 72 personas no me quedé amarga. Yo amo la vida. Me levanto por la mañana y canto porque pienso que estos pocos días que tengo para vivir los tengo que vivir de pie. Estar alegre es un regalo para los otros.


IS: La alegría es contagiosa.


MB: Tengo la vocación de hacer feliz a los otros y eso es lo que me mantiene.
¿Por qué sigo viva? Porque cuando uno ama la vida, la vida también le ama.


IS: Dicen que robó las cortinas del obispado.


MB: Los niños llegan desnudos, y cuando he pedido que me envíen ropa nadie me ha hecho caso, así que descolgué las cortinas y les hice bonitos vestidos, sí.


IS: ...Y que con las banderas de UNICEF hizo calzoncillos.


MB: Yo les pedí ropa y ellos se atrevieron a mandarme banderitas porque la foto de 10.000 niños agitándolas era publicidad. Pero la mejor publicidad es que los niños no pasen hambre ni frío. En el mundo necesitamos locos que se atrevan a decir la verdad.


IS: Usted lleva a los niños a ver a los asesinos de sus padres.


MB: Si no se reconcilian con su propia historia y miran de frente la causa de sus desgracias, la ira crecerá con ellos. El perdón es el gran legado del cristianismo en un mundo que no sabe perdonar.


Publicado originalmente en www.lavanguardia.es

miércoles, 5 de marzo de 2008

ACTIVIDADES INICIALES 2008

El día 1 de marzo del 2008, retomamos nuestras reuniones quincenales, en esta reunión acordamos preparar los temas que trataremos a lo largo del año, 21 reuniones también tenemos como tarea para el sábado 8 de marzo, buscar una oración dedicada a la familia que nos represente como comunidad, también tenemos que llevar los temas que nos interesan para acordar los que trataremos durante el año. La idea es tenerlos listos para el Consejo Parroquial del 12 de marzo próximo.
Invitemos a mas parejas a nuestro grupo, es una de nuestras tareas, abrirnos a la Comunidad.

miércoles, 6 de febrero de 2008

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2008

“Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico,
por vosotros se hizo pobre” (
2Cor 8,9)

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. En el tiempo cuaresmal la Iglesia se preocupa de proponer algunos compromisos específicos que acompañen concretamente a los fieles en este proceso de renovación interior: son la oración, el ayuno y la limosna. Este año, en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, deseo detenerme a reflexionar sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales.

¡Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas! lo afirma Jesús de manera perentoria: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13). La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial, al igual que sucedía en la Iglesia primitiva. San Pablo habla de ello en sus cartas acerca de la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén (cf. 2Cor 8,9; Rm 15,25-27 ).

2. Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un instrumento de su providencia hacia el prójimo. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal (cf. nº 2404).

En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre, adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

3. El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que hacerse en secreto. “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, dice Jesús, “así tu limosna quedará en secreto” (Mt 6,3-4). Y poco antes había afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa en los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupación del discípulo es que todo sea para mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y no para la nuestra.

Queridos hermanos y hermanas, que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo, evitando que se transforme en una manera de llamar la atención. Si al cumplir una buena acción no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino que más bien aspiramos a satisfacer un interés personal o simplemente a obtener la aprobación de los demás, nos situamos fuera de la perspectiva evangélica. En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros.

¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de ayuda al prójimo necesitado? Sirve de bien poco dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello. Por este motivo, quien sabe que “Dios ve en lo secreto” y en lo secreto recompensará, no busca un reconocimiento humano por las obras de misericordia que realiza.

4.  La Escritura, al invitarnos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material, nos enseña que hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría.

Más aún: san Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. “La caridad –escribe– cubre multitud de pecados” (1P 4,8). Como repite a menudo la liturgia cuaresmal, Dios nos ofrece a los pecadores la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don. En este momento pienso en los que sienten el peso del mal que han hecho y, precisamente por eso, se sienten lejos de Dios, temerosos y casi incapaces de recurrir a él. La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos.

5. La limosna educa a la generosidad del amor. San José Benito Cottolengo solía recomendar: “Nunca contéis las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando damos limosna la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo” (Detti e pensieri, Edilibri, n. 201). Al respecto es significativo el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo “todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,44). Su pequeña e insignificante moneda se convierte en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee, sino lo que es: toda su persona.

Este episodio conmovedor se encuentra dentro de la descripción de los días que precedente inmediatamente a la pasión y muerte de Jesús, el cual, como señala San Pablo, se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (cf. 2Cor 8,9); se ha entregado a sí mismo por nosotros. La Cuaresma nos impulsa a seguir su ejemplo, también a través de la práctica de la limosna. Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos.

¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno.

6. Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma nos invita a “entrenarnos” espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el apóstol san Pedro dijo al tullido que le pidió una limosna en la entrada del templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6).

Con la limosna regalamos algo material, signo del don más grande que podemos ofrecer a los demás con el anuncio y el testimonio de Cristo, en cuyo nombre está la vida verdadera. Por tanto, este tiempo ha de caracterizarse por un esfuerzo personal y comunitario de adhesión a Cristo para ser testigos de su amor.

Que María, Madre y Esclava fiel del Señor, ayude a los creyentes a proseguir la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu. Con este deseo, os imparto a todos una especial bendición apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2007

BENEDICTUS PP. XVI

Qué es la Cuaresma?

Hermanos en Cristo, compartimos una reflexión preparada por  Rodolfo Reyes

Paz y Bien

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La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura 40 días; Miércoles de Ceniza (6 de febrero) y termina el Domingo de Ramos (16 de marzo), día en que iniciamos la Semana Santa. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia dominical, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

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40 días

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

La práctica de la Cuaresma se remonta al siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.

El triple programa del Evangelio

Nuestra palabra “penitencia” equivale a la griega “METANOIA” que significa cambio de mentalidad.  El motivo que da el profeta a su pueblo es que Dios es misericordioso, y acogerá con amor a todos los que vuelven a Él, porque es “compasivo y misericordioso”.

Pero es el Evangelio el que más concretamente nos ofrece un programa cuaresmal-pascual:

La limosna o caridad, como símbolo concreto de mayor apertura al prójimo, con la caridad fraterna y social, corrección para nuestro siempre creciente egoísmo. 

La oración como apertura a Dios, en la escucha de su Palabra, en la oración personal y familiar, en la participación más activa en las celebraciones de la comunidad cristiana, sobre todo en la Eucaristía.

El ayuno como símbolo del autocontrol que todos necesitamos, renunciando a tantas cosas superfluas, para que las principales encuentren un debido relieve en nuestro programa de vida.

Los tres ejemplos que nos pone Jesús se puede decir que resumen toda nuestra existencia: de cara a nosotros mismos, nos controlamos: de cara a los demás, nos comprometemos a una actitud de mayor solidaridad fraterna; y de cara a Dios, decidimos abrirnos más a Él y darle un lugar más central en nuestra vida.

Mi búsqueda de Dios

Felizmente el alma humana no puede vivir sin Dios, espontáneamente la busca.

Nuestro gran problema, pues, no consiste en buscar a Dios, sino en saber que hemos sido buscado y hallados por Dios.

Jesús nos conoce, me conoce, no sólo de cara y nombre, sino de alma, de estado de ánimo, mis preocupaciones, deseos, proyectos. Jesús me conoce a mí perfectamente, traspasa mi alma, sebe todos mis problemas.

Este es Cristo: camino que andar; verdad que creer, vida que vivir

(Palabras de San Alberto Hurtado)

CONFESION Y EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos en Cristo, queremos compartir una reflexión acerca de la confesión, en especial cuando se inicia la cuaresma, reflexión realizada por Pedro Sergio Antonio Donoso Brant y obtenido de la pagina Web www.caminando-con-jesus.org

Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar, para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo, por tanto, no debemos dejar pasar la oportunidad para recibir EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÓN.

Este sencillo trabajo, tiene por fin ser una pequeña ayuda para prepararnos para la confesión a través del examen de conciencia.

REFLEXIONEMOS LA PALABRA DE DIOS (1)

En la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a sus apóstoles y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20, 22-23).

"Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados dice entonces al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». El se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres." — Mateo 9, 6-7

LA MISERICORDIA DE DIOS, LLEGA A SER CASI  INCOMPRENSIBLE

La Misericordia de Dios, llega a ser casi  incomprensible, ¿Por qué?, porque pecamos una y otra vez, nos arrepentimos y luego volvemos a cometer las mismas faltas, provocamos el enojo de Dios y sin embargo el no deja de ser misericordioso con nosotros. La Misericordia de Dios, es la perfección del Amor, tanto así, que El envió a su propio Hijo engendrado al mundo, permitiendo su muerte en la cruz y de este modo nuestros pecados fuesen perdonados. En Justicia Dios nos condena pero en Misericordia nos salva.

Es bueno preguntarse, ¿tenemos derecho a su Misericordia?, ¿tenemos derecho al perdón?,  eso es lo incomprensible, entre más pecamos y mas provocamos el enojo de Dios, más derecho tenemos.

SALMO 102

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento a la ira y rico en clemencia;

no está siempre acusando

ni guarda rencor perpetuo;

no nos trata como merecen

nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas.

REFLEXIONEMOS LA PALABRA DE DIOS (2)

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Lc 15, 1-3

Cristo Jesús quiere que nosotros seamos misericordiosos como El Padre Celestial es Misericordioso. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". Mateo 5:7

Dice Jesús: Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". (Lc 15-7)

San Pablo nos exhorta a lo que el Padre más desea: que nos reconciliemos con él por medio de Cristo y de la Iglesia, para que "seamos criatura nueva" 2 Cor 5,17.

CONFESARSE

Para mucho de nosotros, no es fácil y en otras ocasiones, no nos parece agradable confesarnos, arrodillarnos frente al sacerdote pareciera doblegarnos. Sin embargo, después de la confesión tenemos una gran paz espiritual, esta nos  restituye nuestra amistad con Dios, nos aumenta la gracia santificante, nos refuerza la fe, nos aumenta la fuerza para evitar cometer mas falta, nos da vigor para no caer en la tentación y nos compromete a no ofender a Dios.

Sin embargo, después de confesarnos, muchas veces nos sucede que no nos sentimos seguros si hemos hecho una buena confesión, como también nos ocurre que cuando estamos frente al sacerdote nos cohibimos o nos contenemos de decir todas nuestras faltas.  Más de alguna vez, pensamos que ciertas cosas no son faltas y no las decimos o nos justificamos. ¿Entonces que hacer? ,

EXAMEN DE CONCIENCIA

Cada cual puede tener un método para prepararse para la confesión, muchos proponen un examen de conciencia previo a confesarse, ¿Cómo hacerlo?, creo que sin angustiarse y sin apesadumbrarse con las faltas, pero con mucha confianza en Dios sabiendo que seremos perdonados.

"Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder" Santiago 5, 16

Examinemos nuestra conciencia en oración ante Dios, escuchando su voz en nuestro corazón, Dios siempre perdona cuando hay arrepentimiento.

Contemplen al que traspasaron" Jn 19:37

Contemplemos a Cristo, su amor manifiesto en su Cruz, el nos ayudara a prepararnos.

Al preparar nuestro Examen de Conciencia, recordemos que tenemos Diez Mandamientos que cumplir y observemos en cuales hemos faltado. También podemos profundizar en los llamados Siete Pecados Capitales, sin olvidar que faltamos muchas veces al no admitir nuestros defectos de carácter y no aprovechamos los dones que Dios nos ha dado para servirle.

A continuación propongo algunas preguntas a responder, quizás falten muchas mas, ya que esto es una mínima ayuda.

DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS

I.           AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

Amo de verdad a Dios

Siente mi corazón que ama a Dios

Confío siempre en Dios

Le doy a Dios un instante de mi tiempo personal

Me dejo guiar por Dios

Alabo a Dios

Agradezco a Dios

Escucho a Dios

Uso los dones que Dios me ha dado

II.           NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

Hablo bien de Dios

He mentido tomando a Dios por testigo

Utilizo el nombre de Dios para las cosas frívolas

III.           SANTIFICAR EL DÍA DEL SEÑOR

Voy a Misa los Domingo

Rezo con amor durante la Eucaristía

Pido perdón a Dios durante la celebración

Me reconcilio con mis hermanos durante la Misa

Voy a la Misa diaria si puedo o prefiero ir a otro lugar

IV.           HONRAR PADRE Y MADRE

Me preocupo por cuidar a mis padres

Atiendo las necesidades de mis padres

Doy tiempo a mis padres

Ayudo económicamente cuando lo necesitan

Soy obediente a mis padres

Miento a mis padres

V.           NO MATARÁS

He participado en la muerte de alguien

Promuevo y acepto el aborto

He pensado suicidarme

Conduzco irresponsablemente

Pongo en peligro la vida de los demás

VI.           NO COMETER ACTOS IMPUROS

Soy fiel a esposo o esposa

Busco la afectividad fuera del matrimonio

Mantengo relaciones sexuales fuera del matrimonio

Practico la fantasía sexual

Leo o veo pornografía

VII.           NO ROBAR

He robado

Le he quitado indebidamente algo a alguien

He engañado para mi beneficio

No he devuelto lo que no es mío

Me aprovecho de mi situación en mi beneficio

   VIII.           NO LEVANTARÁS FALSOS TESTIMONIOS NI MENTIRÁS

Digo la verdad

Hablo mal de los demás

Revelo secretos que se me ha confiado

Busco que otros opinen mal de mis hermanos

Induzco a pensar erróneamente de alguien

IX.           NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS.

Vivo con desorden a las facultades morales del hombre

Permito o promuevo a otros a cometer pecados

X.           NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS.

Tengo deseos de avaricia

Deseo cosas que no me pertenecen

Me siento envidioso

Le deseo mal a otros

DE LOS PECADOS CAPITALES

Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el que desee avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en su propio corazón y examinarse sobre estos pecados. Los pecados capitales son enumerados por Santo Tomás como siete: soberbia (orgullo), avaricia, lujuria,  ira, gula (glotonería), envidia, acidia (pereza).

1.- SOBERBIA: Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios.

Me he rehusado a Obedecer a Dios

Vanagloria, la siento de sí mismo a causa de las ventajas que tengo y me jacto de poseer por sobre los demás

Jactancia, me esmero alabarme a mismo para hacer valer vistosamente mi superioridad y mis buenas obras.

Me elevo por sobre los demás en dignidad exagerando, para ello, el lujo en los vestidos y en los bienes personales.

Soy altanero, trato al prójimo, hablándole con orgullo, con terquedad, con tono despreciativo y mirándolo con aire desdeñoso.

Soy ambicioso, con deseo desordenado de elevarme en honores y dignidades como cargos o título.

Soy hipócrita, hago simulación de la virtud y la honradez con el fin de ocultar los vicios propios o aparentar virtudes que no se tengo.

Soy presumido y confío demasiado de que soy capaz de efectuar mejor que cualquier otro ciertas funciones.

2.- AVARICIA: Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento.

Tengo apego inmoderado a los bienes con; "esa  pasión ardiente de adquirir o conservar lo que tengo a toda costa.

Me resisto a dar al que necesita.

He privado a otros de algún bien.

Le he negado a un hermano algo que me sobra.

He participado de hechos fraudulentos para mi beneficio

Soy tacaño

3.- LUJURIA: El deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación. Es un pecado contra el Sexto Mandamiento.

Practico la fornicación.

He sentido el deseo de estupro

He efectuado algún tipo de rapto

Soy partidario del incesto

He sido adultero

Practico la sodomía

4.- IRA: Uno de los siete Pecados Capitales. El sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional cuando las emociones se excitan fuertemente.

He actuado contrario a la razón.

Actúo sin moderación

Tengo deseos de venganza

Me siento maquiavélico

Me domina la pasión en las discusiones

Me indigno sin razón

Participo de alguna riña

5.- GULA: La gula es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida.

He respetado el ayuno

Practico el hurto para comer solo por placer.

Mi deleite en el comer se reduce a un fin único y preponderante en la vida.

No soy capaz de guardar abstinencia en los días de precepto

Me provoco voluntariamente el vómito para continuar el deleite de la comida.

6.- ENVIDIA: Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento.

Me entristece que otros tengan bienes materiales

Me aflige si otro tiene un puesto que yo deseo

Siento insatisfacción por los bienes que pose otro.

Me angustia que otros sean felices

Le deseo mal a alguien

7.- ACIDIA (PEREZA): Falta culpable de esfuerzo físico o espiritual; acedia, ociosidad.

Deliberadamente me entristece sentirme obligado cooperar con mis hermanos.

Descuido mi salud, me pereza ir al medico

Soy inconsistente en el bien

Desisto rápidamente de mis obligaciones.

No ejecuto lo que se me ha encomendado

No me atrevo a ayudar y me abandono en la inacción

Me siento ocioso

Soy cómodo y no me agrada el sacrificio de levantarme temprano

Me fugo del trabajo

REFLEXION FINAL

Todos estamos muy necesitados de la paz interior, reconocer nuestras faltas, es un paso para lograrlo, la culpa se elimina reconociéndola.

La confesión nos invita a hacer un examen profundo de nuestra conciencia, descubrir lo que llevamos adentro, por tanto nos ayuda a conocernos mas,

Pero hay algo de gran importancia, necesitamos saber si estamos en condiciones de ser perdonados, y necesitamos saber que hemos sido perdonados.

No olvidemos que una cosa es pedir perdón y otra distinta ser perdonado.

Del Catecismo Católico, 1422 "Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).

Necesitamos una confirmación exterior, sensible, de que Dios ha aceptado nuestro arrepentimiento. Esto sucede en la confesión: cuando recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo.

Que el Señor les Bendiga