L a v i d a
Gianna Beretta Molla nace en Magenta (Milán) el 4 de octubre de 1922, ( día de la Fiesta de San Francisco de Asis),de Alberto y María De Micheli, décima de trece hijos. Ya desde la primera juventud acoge con plena adhesión el don de la fe y la educación límpidamente cristiana que recibe de los óptimos padres, que la llevan a considerar la vida como un don maravilloso de Dios, a tener confianza en la Providencia, a estar convencida de la necesidad y de la eficacia de la oración.
La Primera Comunión, a la edad de cinco años y medio, señala en Gianna un momento importante, dando inicio a una asidua frecuencia a la Eucaristía, que llega a ser sostén y luz de su niñez, adolescencia y juventud.
En aquellos años no faltan las dificultades y sufrimientos: cambio de escuela, salud débil, traslados de la familia, enfermedad y muerte de los padres. Esto no produce traumas o desequilibrios en Gianna, dada la riqueza y la profundidad de su vida espiritual, al contrario, afina su sensibilidad y potencia la virtud.
En los años del liceo y de la universidad, mientras se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en un generoso empeño de apostolado entre las jóvenes de la Acción Católica y de caridad hacia los ancianos y los necesitados en la Conferencia de S. Vicenzo. Doctorada en Medicina y Cirugía en el 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un consultorio médico en Mesero y se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán en el 1952.
Mientras cumple su obra de médico, que considera y practica como una misión, aumenta su empeño generoso en la Acción Católica, y, al mismo tiempo, desahoga con la música, la pintura, el esquí y el alpinismo su grande alegría de vivir y de gozarse del encanto de lo creado.
Gianna se pregunta, rezando y haciendo rezar, sobre su vocación, que considera también un don de Dios. Inicialmente piensa en hacerse misionera laica en Brasil para ayudar a su hermano sacerdote padre Alberto, médico y misionero capuchino en Grajaú. Pero el Señor la llama a la vocación del matrimonio, y Gianna abraza este estado con todo el entusiasmo y se empeña a donarse totalmente “para formar una familia verdaderamente cristiana”.
Se casa con el ingeniero Pietro Molla el 24 de setiembre de 1955, en la Basílica de San Martino en Magenta y es una esposa feliz. En noviembre de 1956, es una mamá más que feliz de Pierluigi; en diciembre de 1957, de Mariolina; en julio de 1959, de Laura. Sabe armonizar, con simplicidad y equilibrio, los deberes madre, de esposa, de médico en Mesero y Puente Nuevo de Magenta, y la gran alegría de vivir.
En setiembre de 1961, hacia el fin del segundo mes de embarazo, llega para ella el sufrimiento y el misterio del dolor: aparece un voluminoso fibroma, tumor benigno, en su útero. Antes de la intervención quirúrgica de extirpación del fibroma, sabiendo bien el riesgo que comportaría continuar con el embarazo, suplica al cirujano que salve la vida que lleva en su seno y se confía a la oración y a la Providencia. La vida de la criatura es salvada. Gianna agradece al Señor y pasa los siete meses que la separan del alumbramiento con incomparable fuerza de ánimo y con inmutable compromiso de madre y de médico.
Algunos días antes del alumbramiento, confiando siempre en la Providencia, está lista para donar su vida para salvar la de su criatura, y le dice a su esposo Pietro: “Si debéis decidir entre mi y el niño, ninguna vacilación: escoged – y lo exijo- el niño. Sálvadlo a él”.
En la mañana del 21 de abril de 1962 da a luz Gianna Emanuela por vía cesárea, en el Hospital de Monza. Después de algunas horas, las condiciones generales de Gianna se agravan: fiebre cada vez más elevada y sufrimientos abdominales atroces por peritonitis céptica. A pesar de todos los cuidados practicados, sus condiciones empeoran día a día. En la mañana de 28 de abril es trasladada a su casa de Puente Nuevo de Magenta, donde muere a las 8:00 hs. de la mañana. Es sepultada en el Cementerio de Mesero, mientras rápidamente se difunde la fama de santidad por su vida y por el gesto de amor grande, inconmensurable, que la ha coronado.
Gianna fue proclamada Beata el 24 de abril de 1994 y Santa el 16 de mayo 2004, por Su Santidad Juan Pablo II. Su fiesta votiva es el 28 de abril.
O R A C I O N
Dios, que eres nuestro Padre,
te alabamos y te bendecimos
porque en Santa Gianna Beretta Molla
nos has dado y hecho conocer
una mujer testigo del Evangelio
como joven, esposa, madre y médico.
Te agradecemos porque,
también a través del don de su vida,
nos enseñas a acoger y honrar cada creatura humana.
Tú, Señor Jesús,
has sido para ella punto de referencia privilegiado.
Te ha sabido reconocer
en la belleza de la naturaleza.
Mientras se interrogaba sobre su elección de vida,
iba en tu búsqueda y del modo mejor para servirte.
A través del amor conyugal, se hizo signo
de tu amor por la Iglesia y por la humanidad.
Como tú, buen samaritano, se ha quedado
al lado de cada persona enferma, pequeña y débil.
Siguiendo Tu ejemplo y por amor,
se ha dado toda entera, generando nueva vida.
Espíritu Santo, fuente de toda perfección,
danos también sabiduría, inteligencia y coraje para que,
con el ejemplo de Santa Gianna y por su intercesión,
en la vida personal, familiar, profesional,
sepamos ponernos al servicio de todo hombre y mujer
y crecer así en el amor y en la santidad.
Amén.
Con aprobación eclesiástica
N O V E N A
P a r a o b t e n e r g r a c i a s c o n l a i n t e r c e s i ó n
D E S A N T A G I A N N A B E R E T T A M O L L A
Oh Dios, nuestro Padre, tú has dado a tu Iglesia a santa Gianna Beretta Molla, que en su juventud te ha buscado con amor y ha llevado a Ti a otras jóvenes, empeñándolas apostólicamente en el testimonio y acción católica y colocándolas al lado de los enfermos y ancianos para ser para ellos ayuda y consuelo.
Te agradecemos por este don de joven amorosamente comprometida y, con su ejemplo, danos la gracia de consagrar nuestra vida a tu servicio y para la alegría de los hermanos.
Gloria al Padre…
Oh Jesús, Redentor de los hombres, Tú llamaste a santa Gianna a desarrollar la misión de médico, para alivio de los cuerpos y de las almas, viéndote e Ti mismo en los hermanos sufrientes y en los pequeños indefensos.
Te agradecemos por haberte mostrado en esta tu Sierva como “uno que sirve” y que alivia los dolores de los hombres. Acogiendo su lección, haz de nosotros generosos cristianos al servicio de los hermanos, particularmente de aquellos a los cuales haces partícipes de tu cruz.
Gloria al Padre…
Oh Dios, Espíritu santificador, que amas a la Iglesia como tu Esposa, Tú infundiste en el corazón de Santa Gianna un poco de tu amor para difundirlo en una iglesia doméstica, colaborando en tu maravilloso plan de creación donándote nuevos hijos, para que te pudiesen conocer y amar.
Te agradecemos por este modelo de esposa y por su estimulante testimonio. Da a nuestras familias la serena y cristiana presencia de esposas comprometidas en transformar nuestras casas en cenáculos de fe y de amor, en generosa laboriosidad y santificante servicio.
Gloria al Padre
Oh Dios, creador y amante del ser viviente, Tú estuviste al lado de Santa Gianna, cuando se encontró en el dilema de salvar o la propia vida o aquella de la criatura que, como don esperado, llevaba en su seno. Confiando solo en Ti y recordando tu mandamiento de defensa de la vida, encontró el coraje de cumplir su deber de madre y decir “sí” a la nueva vida, sacrificando generosamente la propia, coronando una vida cristiana ejemplar.
Por intercesión de María, Madre de Jesús y bajo el ejemplo de Gianna, dispone a todas las madres para acoger con amor cada vida que nace y haznos respetuosos de cada vida.
Danos la gracia que esperamos... y la alegría de inspirarnos en Santa Gianna como modelo de joven, de esposa, de madre y de médico que, bajo el ejemplo de Jesús, se sacrificó a sí misma por la vida del prójimo.
Ave Maria…
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