jueves, 28 de julio de 2011

Los Divorciados en la Iglesia, Juan Antonio Buere

 

CAMBIO EPOCAL Y FRAGMENTACIÓN

Vivimos tiempos cambiantes y cambiados. Ya es un lugar común en los ambientes de reflexión sociológica: no es sólo una época de fuertes cambios, es un cambio de época. Esta situación se manifiesta en varias dimensiones del ser y quehacer humano. Las instituciones, producto acabado de la modernidad, que antes parecían y ofrecían una solidez potente, hoy tambalean y dejan tendales de humanidad herida y desguarnecida frente a las profundas novedades que los tiempos ofrecen. La caída de las instancias de seguridad pone de manifiesto, más que nunca, la vulnerabilidad de nuestra naturaleza y la aparición de una humanidad más fragmentada y doliente.

La economía y las finanzas aparecen como los ámbitos en que la decadencia se evidencia más, y es publicitada y expuesta en los medios masivos de comunicación social. Su inestabilidad trae aparejados grandes inconvenientes y dolores a las personas más vulnerables de la comunidad, el desempleo y subempleo son moneda diaria en la sociedad. En muchas partes la pobreza creciente y la exclusión aparecen como negros nubarrones, amenazas que se convierten en factores degradantes muy difíciles de solucionar.

Las instituciones estatales no se salvan de este movimiento sísmico que sacude las bases de la sociedad moderna. La post-modernidad ha puesto de manifiesto sus inestabilidades y ha evidenciado sus inconsistencias. Esta situación ha provocado que las generaciones jóvenes no crean en espacios de administración de la “cosa pública” que antes construían poder y ofrecían seguridad. La justicia y la salud, la educación y el bienestar social, son instancias que no quedan ilesas en la profunda crisis de la modernidad. La confianza se ha perdido. La tensión entre institución decadente e individualidad potenciada es hoy más manifiesta que en tiempos pasados.

Las fuerzas armadas mismas, que en muchos países latinoamericanos dieron origen a las naciones y garantizaron el desarrollo de los estados, han caído en la mirada crítica de nuestros tiempos.

No quedan fuera de esta crisis de confianza las grandes iglesias históricas y en particular la Iglesia Católica. Los medios de comunicación han gestado y realizado verdaderos festivales de información poniendo de manifiesto, y a consideración de la sociedad toda, las fragilidades, debilidades y pecados de algunos hombres de Iglesia, de quienes se esperaba la mayor coherencia y honestidad. La pedofilia y la falta de cumplimiento de la promesa de celibato y castidad han generado escándalo y desilusión. El descuido de los más pobres, en muchas oportunidades la ha convertido en una institución burguesa y envejecida, con “mañas atávicas”, sin la suficiente disponibilidad para acompañar el dolor y el sufrir de la gente de extracción popular.

CRISIS EN LA FAMILIA, LOS SEPARADOS EN NUEVA UNIÓN

En este contexto de movilidades e inestabilidades, la familia, célula básica de toda sociedad, no ha quedado inmune. Muy por el contrario, se ha convertido en termómetro hipersensible y expresión evidente de la crisis imperante. La institución que garantizaba estabilidad a sus miembros, casi por definición, en pocas décadas ha sufrido los embates del tiempo, quedando a merced del cambio epocal. Los nuevos ensambles de familia se han constituido en la forma propia institucional de buscar acomodamientos frente a la crisis de la época. El problema de género, puesto en el centro de la discusión social, agrega su aporte de dificultad a la situación familiar.

La expresión más libre de la sexualidad humana, el género como paradigma, las familias monoparentales, los nuevos modelos de parejas -homosexuales-, agregan intensidad y complejidad a la “postmoderna” vida familiar. Unívocamente se consideraba a la familia como factor de protección mutando su actual condición a factor de riesgo: si bien hay personas que cumplen roles de padre y/o madre en las familias, se extraña la presencia de “adultos” responsables y capaces de acompañar los procesos de formación de los niños y los adolescentes.

La gravedad de la crisis familiar se intensifica también, entre otros, con estos elementos: el desempleo y la pobreza, la inestabilidad social, las inmigraciones en busca de nuevos horizontes -doloroso desarraigo-, el retraso de la madurez como término del crecimiento adolescente, la falta de formación en una cultura del trabajo y la responsabilidad, el consumo desmedido de alcohol y drogas, el haber alargado la vida de nuestros adultos mayores pero sin darles espacios de pertenencia y crecimiento.

El panorama invita a la reflexión y a intentar poner en juego la imaginación y encontrar los medios adecuados en busca de nuevas maneras de expresar la caridad pastoral. Una conversión pastoral que se atreva a mirar sin temor ni miradas pacatas, nos impele a salir al encuentro de las novedades que el cambio epocal ha generado en las nuevas generaciones de cristianos, no pocas veces indefensos, ignorados y huérfanos de instancias eclesiales de acogida y acompañamiento.
Es el caso de los católicos que, casados en primeras nupcias por iglesia, han incurrido en separación o divorcio y, al tiempo, han formado pareja o se han casado tras el divorcio por el fuero civil. Muchos de ellos, se enteran de su situación en la vida de la Iglesia cuando alguno de sus hijos se prepara para algún sacramento de iniciación. Es allí cuando al interesarse por la formación catequética de sus hijos y queriendo profundizar y acompañarlos en el momento del sacramento, caen en la cuenta de que no pueden hacerlo como tampoco participar de algunas actividades o ministerios en la vida de la Iglesia, situación que es vivida como exclusión.

BUSCANDO UNA RESPUESTA EVANGÉLICA Y PASTORAL

Salir al paso de estas situaciones es tarea urgente y urgida por los documentos del Magisterio Pontificio desde hace ya casi tres décadas (Familiaris Consortio de 1981 documento post Sínodo sobre las familias, Juan Pablo II). Este momento de la vida de la Iglesia demanda aprender a responder a estos tiempos y situaciones que generan fragmentos e irregularidades en la humanidad de las personas ¿Cómo acompañar a esta realidad que acontece? ¿Cómo ser fieles a la verdad sin cercenar la caridad?

Precisamente el P. Felipe Berríos, sj., comentaba sobre la situación de los separados en nueva unión, en la revista “El Sábado” en el artículo titulado Bicentenario, tiempo de misericordia y clemencia:

“Nuestros pastores esperarán a que se calme el clima propio de una elección presidencial para discutir un tema que requiere mucha serenidad, mucho diálogo, mucha paz en los corazones, y que así la petición de indulto pueda tener acogida.

Indultar es una manera de plantear que la madurez de una nación no sólo se expresa en el crecimiento económico y material, sino que también en el crecimiento en humanidad y en una justicia que no impide la misericordia.

Tomando la idea de los obispos, que la misericordia y la clemencia deben ser parte del Bicentenario, quizás entonces es el momento de sugerir un tema que es doloroso y no menor en la sociedad católica chilena. La situación de los casados por la Iglesia y que por cuestiones más allá de su voluntad se han separado, y que con el transcurso del tiempo han formado una nueva familia. No se trata de desconocer el carácter del sacramento, que es uno y para siempre. Se trataría de no esquivar el padecimiento que llevan los casados por segunda vez y que se hace extensivo a los hijos que Dios les dio en esa unión.

Difícil argumentar que la sociedad chilena se confunda o escandalice si se hace algún signo de misericordia y clemencia a estos católicos que llevan años en un segundo enlace. Que quizás el mismo dolor del fracaso de su primer matrimonio los ayudó a madurar, pudiendo así, en una segunda instancia, formar una verdadera familia y tener un compromiso estable.

Especialmente para esos católicos que llevan años sufriendo, en ellos y en sus hijos, las heridas que conlleva todo fracaso matrimonial. Que una vez terminado un doloroso duelo y no teniendo vocación de célibes, rehicieron sus vidas y desde entonces se esmeran en vivir lo que el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Familiaris Consortio” les ha pedido: “escuchar la Palabra de Dios, frecuentar el sacrificio de la misa, perseverar en la oración, incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, educar a los hijos en la fe cristiana, cultivar el espíritu y las obras de penitencia”. La sociedad en general y ellos en particular celebrarían que “la Iglesia se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza”, otorgándoles una especie de “indulto” que pueda traducirse en una “bendición especial” para aquellos que, encontrándose en estas circunstancias, la pidan.

Sería un gesto de misericordia que reafirmaría que el matrimonio para toda la vida es un privilegio, y que quienes han fallado en él necesitan nuestro apoyo, pues perdieron tan gran privilegio”.

Autor: Juan Antonio Buere

Este texto es un extracto del libro Sumando a los Demás, los Divorciados en la Iglesia, que pronto se encontrará en nuestras Librerías SAN PABLO. Este texto busca ofrecer una propuesta de itinerario formativo para personas Casadas en nueva Unión, que quieran formar una comunidad dónde puedan madurar en la fraternidad y en su fe.

Cfr. Gómez de Benito, Justino. Proyectos de Iglesia y proyectos de sociedad en Chile (1961-1990). San Pablo, Santiago de Chile, 1995, p. 7-17.

Cfr. Lewkowicz, Ignacio Cuadernos de campo 2, Buenos Aires, Campo Grupal, Año 1, Nº 2. octubre de 2007 p. 28-30. También en “Pensar sin estado, la subjetividad en la era de la fluidez”, Paidós, Buenos Aires, 2004.

 

sábado, 24 de abril de 2010

COPIAPO, Desde Asís ¡La Iglesia necesita tu fuerza y tu santidad de vida!

abril 2010

fr. Abel García-Cezón

En la Leyenda de los Tres compañeros, una de las más antiguas biografías de san Francisco, se cuenta un hecho de una importancia especial para la vida del Pobrecillo y de sus primeros hermanos: “Antes de que Francisco se pusiera en camino hacia Roma, el Papa Inocencio III tuvo una visión en la que veía que la iglesia de San Juan de Letrán se desplomaba y que un hombre religioso, pobre y pequeño, la sostenía con sus propias fuerzas. Este sueño dejó al Papa atónito, preguntándose qué significaría tal visión. A los pocos días se presentó ante él Francisco y le expuso su plan de vida y le suplicó que le aprobara la Regla que había escrito con palabras sencillas, tomadas del Evangelio, a cuyo seguimiento aspiraba con todas sus fuerzas. Viéndolo el Papa tan fervoroso en el servicio de Dios y recordando su propio sueño, comenzó a decirse para sus adentros: "Verdaderamente éste es aquel varón religioso y santo por el que la Iglesia de Dios se levantará y se sostendrá". Acercándose el señor Papa a Francisco lo abrazó y le aprobó la Regla. Le dio también el permiso, lo mismo que a sus hermanos, para predicar la penitencia en todo el mundo. Francisco, por su parte, dio gracias a Dios y, puesto de rodillas, prometió humilde y devotamente al señor Papa obediencia y reverencia”.

En estos días estamos viendo a nuestra madre la Iglesia, y al Papa en especial, humillada, despreciada, perseguida...No podemos ocultar el grave pecado y el mal horrendo que algunos de sus hijos han cometido, traicionando la confianza del Señor y de su Pueblo santo. Pero el mal, presente dentro de la Iglesia, no es más fuerte que el bien, como algunos quieren hacernos creer. Los ataques que está recibiendo nuestra Iglesia no parece que busquen únicamente esclarecer la verdad de lo ocurrido, sino otros fines… ¿No será que la tradición de la Iglesia y su experiencia secular, el magisterio fuerte del Papa Benedicto, el testimonio precioso de entrega y de servicio humilde de tantos religiosos, sacerdotes y laicos, la defensa valiente de la cultura de la vida, la promoción de la justicia, el estilo de vida alternativo de muchos creyentes… resultan demasiado incómodos, molestos, incluso insoportables para algunos sectores de nuestra sociedad?

El Espíritu de Dios, “alma de la Iglesia”, está actuando a pesar de todo y especialmente en estos momentos realmente difíciles. Y sabrá suscitar, con nuestra disponibilidad y con la santidad de nuestra vida, un bien más grande, una abundancia de gracia y de novedad también en este momento crucial de nuestra historia. Él no cesa de llamar e interpelar, suscitar y provocar, mandar y enviar…

¿QUIÉN RESPONDERÁ A SU LLAMADA?

¿QUIÉN IRÁ EN SU NOMBRE?

¿QUIÉN TENDRÁ EL VALOR DE HABLAR DE CRISTO?

¿QUIÉN OFRECERÁ LO MEJOR DE SU VIDA POR EL SEÑOR Y SU IGLESIA?

¿QUIÉN ESTÁ DISPUESTO A SOSTENER, COMO FRANCISCO, LA IGLESIA?

Querido amigo, ahora es el momento crucial para una respuesta valiente. La Iglesia necesita tu fuerza, tu palabra, tu pasión, tu oración confiada e incesante, tu amor incondicional y sin rebajas... No te pierdas en discusiones inútiles, en críticas fáciles. No hables mal de quien, a pesar de su fragilidad y pobreza, te ha dado lo mejor que tiene: Jesucristo, el Evangelio, los sacramentos, la Virgen María, tantos hermanos y hermanas…

AHORA ES EL MOMENTO DE PRONUNCIAR UN “SÍ”, UN “AQUÍ ESTOY”.

¿ESTÁS DISPUESTO?

sábado, 27 de marzo de 2010

ACTIVIDADES 2010

Hoy iniciamos oficialmente las actividades del año 2010, para ello nos reunimos en casa de Fabiola y Rodrigo, Familia Ovando Recabarren, y dimos la bienvenida a MAGDALENA, la nueva integrante de esa familia y también de la nuestra Familias de San Damiano.

Este año profundizaremos en los Evangelios, realizando Lectio divina, en cada reunión, la que estará a cargo de los anfitriones.

También  compartimos después de la misa de las 19 horas que nos tocó animar,una reunión con los otros grupos de matrimonios de la Parroquia San Francisco y luego compartimos un rico té.

A continuación fotos del encuentro de hoy.153 154 155 156 157 158 159 160 161 162 163 164 165 166 167

viernes, 25 de diciembre de 2009

CUMPLEAÑOS DE JESUS, 2009

Hoy, 25 de diciembre, como ya es tradicional, nuestra comunidad de San Damiano, organizó la fiesta de cumpleaños de Jesús, en la cual invitamos a niños de situacion dificil, y que esten de cumpleaños los días 24 o 25 de diciembre, a celebrar su cumpleaños junto con el niño Jesús.

En esta fiesta cada niño tiene su propia torta, piñata e invitados, por supuesto que se le entrega un regalo de cumpleaños.

Agradecemos a todos y cada uno de los que participaron en la organización de la maravillosa fiesta, así tambián a cada uno de quienes realizaron aportes para ésta.

Tuvimos una maravillosa Navidad, damos gracias a Dios, por permitirnos realizar esta actividad, y volver al termino de ella, a nuestros hogares con el corazón hinchado de gozo, por ver los rostros de esos niños felices.

FELIZ NAVIDAD A TODOS.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Si somos pareja, ¿Cuánto nos toleramos?

TEMA PREPARADO POR CRISTIAN Y CRISTINA, 26 SEPTIEMBRE 2009

Cada cual tiene su propia manera de pararse en la vida y de defender su metro cuadrado de la mejor forma posible. Los seres humanos quedamos atrapados muy temprano, en la propia identidad y cultivamos celosamente nuestra autoestima, protegiéndola como el bien más preciado, desde donde nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. La mayoría de los conflictos que enfrentamos en nuestras relaciones afectivas, especialmente en las de pareja, tienen que ver con la forma, cómo cada uno percibe y resuelve las situaciones cotidianas, con la certeza de estar en lo correcto y en su legítimo derecho para hacerlo. Visto desde esa perspectiva, es posible que cada uno sea poseedor de una parte de la verdad.

Los puntos de vista de la pareja no siempre son coincidentes, lo que no significa una imposibilidad para lograr acuerdos, sino todo lo contrario. Con el transcurso del tiempo se va aprendiendo y aumentan significativamente las coincidencias... En la búsqueda de acuerdos con la pareja se deberá aprender a discutir frecuentemente, algo que en muchas ocasiones suele ser muy doloroso, sobre todo cuando ninguno de los dos está dispuesto a transar sus puntos de vista, sino más bien a defenderlos a toda costa. En ese momento, la discusión se entrampa y el conflicto se hace evidente.

Aparecido el conflicto, cada uno insistirá en reafirmar su postura, sin siquiera considerar la del otro. No estoy para nada de acuerdo contigo, tú no me entiendes, déjame explicarte, estás equivocado, yo tengo la razón, no sabes nada, no entiendo tus argumentos, mejor lleguemos hasta aquí, no nos estamos entendiendo. Este ejemplo, que cualquiera que haya tenido que defender su parecer, lo reconoce, no es reflejo de la comunicación, sino del afán de ambos por proteger su propio territorio y de paso descalificar al otro. Una buena comunicación no significa necesariamente estar de acuerdo, ni mucho menos, ya que muchas veces no es posible lograrlo. Toda relación de pareja debe incluir necesariamente la posibilidad de soportar los desacuerdos.

Una sólida comunicación de pareja consiste en la capacidad de aceptarse mutuamente, a sabiendas que tanto uno como el otro posee una manera propia, distinta y única de apreciar la realidad y enfrentar sus problemas, además del coraje suficiente para manifestar sus necesidades oportunamente con honestidad y firmeza, exigiéndole al otro expresar sus puntos de vista con la misma fuerza.

¿Por qué no podrá ser más como yo?, escucho a muchas personas quejarse de su pareja. Una condición fundamental, y tal vez, la de mayor dificultad para ser pareja, es la de saber colocarse en el lugar del otro y hacer todo lo posible por entender su posición, muchas veces discordante de la propia, aceptando su derecho irrenunciable a pensar y sentir distinto a uno.

No estoy de acuerdo con aquellas personas que confunden la presencia de desacuerdos con desamor o, lo que es peor, con la incapacidad para vivir en pareja. Creo que el verdadero amor de una pareja radica no tanto en las coincidencias, como en la sensibilidad de ambos para aceptarse uno al otro en su real dimensión y quererse de la misma manera, aunque sus puntos de vista no sean coincidentes.

Al decidir formar una pareja, sería recomendable preguntarse oportunamente si uno posee o está dispuesto a cultivar la tolerancia suficiente para ello.

Una sólida comunicación de pareja consiste en la capacidad de aceptarse mutuamente, a sabiendas que tanto uno como el otro posee una manera propia, distinta y única de apreciar la realidad y enfrentar sus problemas, además del coraje suficiente para manifestar sus necesidades oportunamente con honestidad y firmeza, exigiéndole al otro expresar sus puntos de vista con la misma fuerza.

¿Por qué no podrá ser más como yo?, escucho a muchas personas quejarse de su pareja. Una condición fundamental, y tal vez, la de mayor dificultad para ser pareja, es la de saber colocarse en el lugar del otro y hacer todo lo posible por entender su posición, muchas veces discordante de la propia, aceptando su derecho irrenunciable a pensar y sentir distinto a uno.

Una sólida comunicación de pareja consiste en la capacidad de aceptarse mutuamente, a sabiendas que tanto uno como el otro posee una manera propia, distinta y única de apreciar la realidad y enfrentar sus problemas, además del coraje suficiente para manifestar sus necesidades oportunamente con honestidad y firmeza, exigiéndole al otro expresar sus puntos de vista con la misma fuerza.

¿Por qué no podrá ser más como yo?, escucho a muchas personas quejarse de su pareja. Una condición fundamental, y tal vez, la de mayor dificultad para ser pareja, es la de saber colocarse en el lugar del otro y hacer todo lo posible por entender su posición, muchas veces discordante de la propia, aceptando su derecho irrenunciable a pensar y sentir distinto a uno.

Una sólida comunicación de pareja consiste en la capacidad de aceptarse mutuamente, a sabiendas que tanto uno como el otro posee una manera propia, distinta y única de apreciar la realidad y enfrentar sus problemas, además del coraje suficiente para manifestar sus necesidades oportunamente con honestidad y firmeza, exigiéndole al otro expresar sus puntos de vista con la misma fuerza.

¿Por qué no podrá ser más como yo?, escucho a muchas personas quejarse de su pareja. Una condición fundamental, y tal vez, la de mayor dificultad para ser pareja, es la de saber colocarse en el lugar del otro y hacer todo lo posible por entender su posición, muchas veces discordante de la propia, aceptando su derecho irrenunciable a pensar y sentir distinto a uno.

Una sólida comunicación de pareja consiste en la capacidad de aceptarse mutuamente, a sabiendas que tanto uno como el otro posee una manera propia, distinta y única de apreciar la realidad y enfrentar sus problemas, además del coraje suficiente para manifestar sus necesidades oportunamente con honestidad y firmeza, exigiéndole al otro expresar sus puntos de vista con la misma fuerza.

¿Por qué no podrá ser más como yo?, escucho a muchas personas quejarse de su pareja. Una condición fundamental, y tal vez, la de mayor dificultad para ser pareja, es la de saber colocarse en el lugar del otro y hacer todo lo posible por entender su posición, muchas veces discordante de la propia, aceptando su derecho irrenunciable a pensar y sentir distinto a uno.

martes, 5 de agosto de 2008

TEMA REUNION 20 DE JULIO DEL 2008, REENCANTARNOS EN NUESTRA RELACION DE PAREJAS

EN el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

ORACIÓN

Haz, Señor, que en nuestra casa, cuando se hable,

siempre nos miremos a los ojos y busquemos crecer juntos;

que nadie esté solo, ni en la indeferencia o el aburrimiento;

que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados,

que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido.

Señor, que en nuestra casa sea importante el trabajo,

pero no más importante que la alegría;

que la comida sea el momento de alegría y de conversación;

que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo;

que la riqueza mayor sea estar juntos.

Señor, que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención;

que el más pequeño y el más viejo sean los más queridos;

que el mañana no nos de miedo, porque Dios Siempre está cerca;

que cada gesto esté lleno de significado;

que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece y tu amor nos da.

Señor, que nuestra casa sea el lugar de acogida,

como la casa de Marta, María y Lázaro en Betania.

Amén

Pongamos más diversión a nuestro matrimonio

“Las parejas que saben cómo jugar y divertirse juntos desarrollan un lazo que les puede ayudar a sobrellevar los momentos más difíciles”.

El Rey Salomón, el hombre más sabio, conocía el valor de la diversión. En Eclesiastés, él aconsejó: “Disfruten la vida con su esposa…” Similarmente, las parejas de hoy en día debemos tomarnos tiempo para gozarnos y reencantarnos uno del otro.

Aquí algunas sugerencias para mezclar más diversión en nuestra relación:

Tomemos un tiempo para divertirnos

Con horarios agitados que tienen las familias de hoy, debemos recordar organizar un tiempo para divertirnos. Declaremos una noche a la semana como “noche de citas” o tomemos tiempo en un fin de semana para relajarnos con nuestro cónyuge. Marquémoslo en el calendario, protejamos ese espacio. Si esperamos a que sea un momento especial o conveniente, tal vez tengamos que esperar mucho tiempo.

Utilicemos variedad para sazonar las cosas

“Cuando la gente envejece y han estado casados por mucho tiempo, se vuelven aburridos. No es por gusto, pero no han buscado de manera intencional algo qué hacer para divertirse”. Para evitar el aburrimiento en nuestra relación, intentemos algo nuevo en pareja. Probar algo nuevo puede ser una aventura que nos unirá más como pareja. Tal vez descubramos una actividad divertida que nunca pensamos que nos gustaría.

Pasemos tiempo con otras parejas

Si encontramos otra pareja con quien ambos podamos congeniar, podemos salir juntos. Al hacer esto, apoyamos y motivamos el matrimonio. Uno de los mejores lugares para encontrar parejas con quien compartir es en nuestra propia iglesia. Puede ser incómodo ser los primeros en iniciar la relación, pero no tiene que ser difícil. Invitemos a la pareja que nos acompañe una noche para cenar o ver una película.

Incluyamos a los niños (a veces)

Divertirse puede ser también algo en familia. Muchas parejas creen que solo porque tienen niños, no pueden salir y disfrutar como cuando se casaron. Lleve a los niños al parque o a un día de campo. Podemos organizar una noche de juegos o ver una película. “Usamos a los hijos como excusa muchas veces, pero si somos creativos hay mucho que se puede hacer”.

Hagamos juntos los quehaceres

Incluso, las tareas domésticas o del jardín pueden ser más divertidas si las hacemos en pareja. Ya sea preparar la cena o lavar platos, trabajar con nuestro cónyuge hace que los quehaceres sean menos tediosos. “Pueden conversar al trabajar y divertirse. La tarea se termina más rápidamente y no es tan aburrido”. Trabajar juntos también ayuda a que la pareja resista el resentimiento que a veces ocurre si uno siente que hace más trabajo doméstico que el otro.

La diversión no tiene que ser costosa

Muchas parejas piensan que no pueden financiar la diversión, pero no hay que gastar mucho dinero para pasar juntos un buen rato. Cualquier cosa puede ser divertida. Una de las cosas más sencillas es alquilar una película, hacer palomitas en casa y acurrucarse juntos en el sofá.

Entonces podemos REENCANTAR cada semana

"Una vez invitas tú ... otra vez invito yo ..."

Mantener "joven" el amor de pareja (pololos eternos) es el secreto de todo matrimonio feliz.

Reencantar nuestra vida matrimonial es una necesidad vital, para que no nos absorba el ritmo vertiginoso del tiempo actual.

Mirar nuestras actividades diarias con novedad y entusiasmo renovado. Descubrir en ellas un nuevo medio para dar alegría y esperanza.

Dejarnos tiempo una vez a la semana para hacer "lo que a ti te guste" (como era antes cuando estábamos de novios).

Determinar día y hora reservados para encontrarnos solo los dos.

Cada matrimonio debe descubrir qué es lo que más los ayuda a reencantar el amor: una caminata en la tarde; una salida a comer o bailar; compartir una lectura que nos llegó hondo; hacer deportes juntos - bicicleta, tenis ...; ir al cine o exposición de arte; una conversación en ambiente cálido; reir, cantar, tener sentido del humor y saber gozar juntos; hogar acogedor, alegre y luminoso que invite a estar ahí.

Hagámonos una invitación, una invitación de corazón. Invita a tu cónyuge pensando en tu cónyuge, en lo que a ella o a él le gustaría, invítalo a ser feliz.

¡Qué empiece la diversión! Cualquiera que sea la actividad que se escoja, recordemos que el objetivo principal es divertirnos. Resistamos la tentación de llenar el tiempo con conversaciones de trabajo, facturas o pendientes. Utilicemos el momento para gozar con nuestro cónyuge.

Recordemos que este tiempo es tan importante como cualquier otra cosa que hagamos para nuestra familia. Empecemos hoy y juguemos para tener un matrimonio más sano y feliz.

Palabras que reconfortan

Si para recobrar lo recobrado,

tuve que haber perdido lo perdido. Si para conseguir lo conseguido,

tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado,

fue menester haber estado herido,

tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido

que no se goza bien de lo gozado,

sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprobado

que lo que tiene el árbol de florido

vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernárdez (1900 -1978)

También tomemos un tiempo para REZAR cada día

"Los esposos que rezan unidos, permanecen unidos"

Por el sacramento del matrimonio, la familia es una "pequeña Iglesia"; por ello rezar como esposos en el hogar es una tarea a realizar cada día, para:

estar con Dios

entregarle el día

invitarlo a caminar con nosotros

aceptar Su voluntad

recibir Su bendición

pedir por los demás.